domingo, 16 de marzo de 2014

Una compañía sorpresa...

"La soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno muy malo para quedarse".



06:OO de la mañana, el despertador ruidosamente comienza a sonar despertandome de un sueño profundo del cual no quería despertar. Soñaba con ella, que la tenia a mi lado, que podía acariciarla, besarla, quererla cuando quisiera, sin tener que preguntarme cuando va a ser la próxima vez que la vea nuevamente porque la espera me mata. Extrañarla me hace sentir inseguro porque pienso si ella me extrañará tanto como yo la extraño a ella, si pensara en mi como yo la pienso . Y aquí estoy... solo, completamente solo con mi soledad, recostado en este colchón viejo, observando con la mirada perdida las pequeñas manchitas de humedad que asoman en el techo. 
Luego de unos segundos decido levantarme, me incorporo desperezándome y me dirijo directamente al baño, abro el grifo de agua fría y sin titubear me meto dentro. Me despabiló en menos de una milésima de segundo y luego ya regulo la temperatura del agua. Con agua tibia me quedó allí poco menos de media hora... Parado en la ducha sintiendo como el agua recorre cada parte de mi cuerpo mientras yo me sumerjo en un mar de pensamientos. 
Agarro unos jeans gastados y una remera que convine, me peino así nomas con los dedos y bajo hacía la cocina a desayunar. La señora Lopez, mi mucama me esta esperando con mi desayuno servido en la mesa. Un café bien negro, un jugo de naranja, 2 medialunas y una margarita. Como nunca se le escapa ni un detalle me espera hasta con el diario del día pronto para echarle un  vistazo antes de tener que irme volando a trabajar. La señora Lopez lleva bastante tiempo trabajando para mi, a pesar de sus 65 años de edad se encuentra físicamente increíble y por ello, sabe perfectamente cuando me sucede algo. 
Me siento, doy 2 sorbos al café y fijo la mirada en la nada quedando otra vez con la mirada perdida. Los sueños que tengo por las noches y mis pensamientos depresivos me están atormentando cada vez más seguido. 
-Joven, ¿le pasa algo?- dice de repente la señora Lopez trayéndome de nuevo a la realidad- hace días que lo noto raro, cuénteme señor, puede confiar en mi- continua. 
-Lo sé y se lo agradezco- digo medio asombrado por la situación- es muy difícil de explicarlo, ni yo mismo entiendo que me pasa, creo que me siento solo, demasiado solo y eso cada vez me preocupa más- suelto en un momento de sinceridad. 
- ¿Usted solo?- responde asombrada ella -¿como puede ser eso? usted es muy joven señor, no tiene por qué sentirse así  viva su vida, disfrútela, sino cuando llegues a mi edad te vas a arrepentir porque has dejado pasar toda tu vida esperando cosas que no sucedieron y eso seria un fracaso terrible-. Sus palabras me dejan muy shockeado, es una mujer sabia, sin dudas y en todos estos años de empleada nunca habíamos tenido una charla así  -Yo conozco un psicólogo  no digo que este loco señor, pero con él quizá pueda soltarse y contarle que es lo que siente y él a la vez ayudarlo a volver a ser el mismo hombrecito que yo conocí al entrar a esta casa- prosigue diciendo ella un poco aterrada al no saber como podría ser mi reacción a esa proposición. Me tomo un momento para asimilar sus palabras y finalmente suelto mis palabras lentamente - y... si... en verdad... estoy...loco?¿como saldré de esto? me niego totalmente, no voy a ir al psicólogo no. Uno empieza con eso y luego sigue con el psiquiatra y pastillas y luego encerrado en una habitación fría más solo aún y con un chaleco de fuerza, ya conozco muchas historias de esas y no quiero que mi vida vaya en ese sentido, lo siento señora pero no visitaré a su amigo el psicólogo-. 
La señora Lopez se toma mis palabras con calma, se acerca y apoya sus arrugadas manos en mis hombros, yo volteo para mirarla a los ojos y ella con una sonrisa me dice -Señor, no se lo tome a mal, pero creo que es algo que debería de pensarlo mejor, no es una decisión de un segundo, vaya al trabajo y piénselo  varios días igual, pero creo que le hará bien... no hay cosa que desee más que su felicidad señor, sino no se lo diría-. Sus palabras me conmueven - lo tendré en cuenta, pero no es mi prioridad- le digo a fin de mantenerla con una pequeña esperanza. 
Salgo rumbo al trabajo, y por el camino manejando mi auto voy pensando cada una de las palabras que me ha dicho esta mañana la señora Lopez. Ya instalado en mi despacho intento concentrarme en mi trabajo. Abro la casilla de mails y empiezo a responderlos, pasa la hora de almuerzo y al regresar tengo un mensaje en mi celular. Lo abro rápidamente pensando en que quizá sea ella, pero no... Antel. Me vuelven un monton de sentimientos a la cabeza, entre ellos rabia, no puede ser que antel siempre mande mensajes cuando esperas otros importantes. Luego de un tiempo, ya más tranquilo decido mandarle yo mejor un mensaje, así que tomo mi celular y escribo: "Nena, ¿como va todo? me preguntaba si quiere salir a algún lado esta tarde, pasaré a buscarla, deseo verla. La extraño." Aprieto "enviar" y el mensaje es inmediatamente enviado. 
Su respuesta llega al instante pero no es lo que esperaba. "Me encuentro bien, gracias por preocuparse pero no me parece conveniente de vernos hoy". Me hundo en la silla del escritorio con ganas de tirar el maldito teléfono al piso, su mensaje es frió  no me da espacio ni a una posible respuesta. La cabeza me vuelve a girar a mil y otra vez me pierdo con la mirada en la nada... (¿Qué le pasará? ¿por qué no querrá verme?... Ni siquiera pregunta como me encuentro yo...pff... ¿le importaré?) De repente, la secretaria me hace volver a la realidad ingresando bruscamente sin decir ni una palabra. -Mariana!- digo sorprendido -¿cuantas veces hay que decirle que tiene que pedir permiso para entrar y golpear la puerta?- prosigo regañándola  Ella agachando la mirada me dice - lo siento señor, vi la puerta abierta y creí que no estaba ocupado...- y con un grito le corto su disculpa - pues NO!, pensó mal. Estoy ocupadísimo  suelto una carcajada no muy agradable-Estoy, estoy...- me paro y vuelvo enseguida a sentarme de una golpe -no sé como estoy-. Mariana es mi secretaria, entró hace poco menos de 6 meses, es su primera experiencia laboral según su curriculum, así que le eh tenido un poco de paciencia aunque hay cosas que debe mejorar pero no las aprende más. Tiene 25 al igual que yo, es rubia, ojos claros, verdes para ser mas especifico, tiene un físico muy privilegiado y se nota que esta muy bien trabajado, lleva varias horas en un gimnasio mantenerse así. Más allá de su belleza a mi no me atrae, solamente me siento realmente atraído por esta otra chica, así que dejo que venga vestida como ella le parezca conveniente. En esta oportunidad esta con una camisa blanca de algodón, una pollera corta, demasiado corta, no quiero imaginarme lo que se pueda ver si se llega a agachar, y tacones. Una moña apenas abrocha su amarillenta cabellera y sus lentes le dan un aire mas intelectual digamos, hoy a venido demasiado guapa, hasta huele a perfume, pero ese no es el caso. 
-¿Cuál es el motivo que la trae por aquí señorita?¿ Hay algún cambio en mi agenda?- le digo mirándola fijamente. - ¿Le sucede algo señor? lo noto raro, ¿tiene algún problema?- me pregunta muy curiosa - No son asuntos que a usted señorita le interesen demasiados, son temas personales, ¿que necesita?- digo para desviar la conversación y centrarnos en el trabajo. -Usted parece que necesita algo- dice con mirada amenazante, se da la vuelta y cierra la puerta de mi despacho -Ahora que nadie escucha, ¿no me va a contar señor? Quizás yo lo pueda ayudar...- y se pasa el dedo índice por la boca y con la otra mano lentamente comienza a acariciarse las piernas. Yo la miro totalmente atónito  no sé que decirle, esta situación me incomoda demasiado, siento las gotas de sudor correr por mi espalda, pero en ese momento recuerdo que yo soy su jefe, ella no hará nada que yo no quiera, entonces frunzo el ceño -señorita por favor no se... ¿manosee? delante de mi- digo medio incómodo -no es muy profesional tener relaciones con gente del ámbito laboral- Ella me mira desafiante y yo trago saliva bruscamente, me siento como un cachorrito encerrado en un callejón a punto de ser devorado por una fiera inmensa. - ¿Yo no lo excito, ni lo caliento para nada señor?- dice inocentemente, y en ese momento comienza a frotarse los senos. Estoy boquiabierto, no sé que hacer, esto me va a enloquecer aún más, pienso en mi chica, la que quizás ni le importe, o si quien sabe y eso me da valor, tomo un respiro y me levanto de la silla, doy la vuelta al escritorio y me pongo parado frente a ella, la sujeto de los hombros - Señorita! Basta ya, no es necesario que haga todo esto, ¿que es lo que busca de mi? - consigo decir soltando un largo suspiro. Mariana me mira mordiéndose los labios - ¿que aún no se da cuenta señor?, solo mírese  es todo un galán, me excita cada parte de mi cuerpo y quiero sentirlo dentro de mi, hágame suya- me quema con su mirada penetrante  sacudo la cabeza intentando hacer que eso que acabo de escuchar fue mentira, que no paso. -¿Qué carajos hay en su cabeza señorita? ¿qué le sucede? está loca, yo no soy tan atractivo como usted cree, se esta confundiendo, retírese ya de mi despacho- frunzo el ceño nuevamente y la miro desafiante. Por un momento el despacho queda en silencio y ambos nos quedamos mirándonos, ninguno da el brazo a torcer, ella me quiere dentro de ella y parece que no se va a retirar sin su premio. - El loco es usted señor- finalmente suelta ella- ¿acaso cree que yo no lo sé, que no me doy cuenta lo que le sucede? usted sufre por una mina, una mujer indigna para usted, no lo merece, no lo valora para nada, usted me gusta, desde el día que me hizo la entrevista para trabajar aquí no hubo día que no pensara en usted, necesita amor, que lo quieran que le demuestren que es importante para alguien, se le nota en la mirada señor, tiene una mirada triste, solo pretendo alegrarlo un rato y que no me vea más como su secretaria, míreme como una mujer que lo quiere hacer feliz, solo eso le pido señor. No sabe mis problemas, no piense que soy una puta porque quiera cogerme al jefe en el lugar de trabajo porque jamás he hecho una cosa así, pero usted me provoca señor, usted me pone ardiente y ya no aguanto mas las ganas de poder sentirlo, tenerlo conmigo-. Su discurso me deja demasiado impresionado. No tengo idea de que contestarle. Realmente me ha dejado sin palabras. -¿Usted cree que yo soy atractivo señorita? ¿Por qué? ¿por qué se fija en mi? se equivoca, yo no soy lo que aparento, yo no soy para usted- consigo decir, ella da un respiro profundo y rápidamente se lanza sobre mi. Me empuja sobre el escritorio - No me interesa lo que usted crea, yo sé lo que creo y por qué-.Me besa y lentamente comienzo a sentir el roce de sus manos en mi piel, comienza a besarme el cuello y me lleva a otro mundo. Mi miembro esta erecto y ella lo siente, jadea mientras se mueve encima de mi. Me baja la bragueta y yo acaricio sus nalgas blancas y perfectamente redondas. -Tiene un gran pedazo de corazón- me dice mientras agarra mi miembro y en ese momento reacciono. -Salga ya mismo de aquí, ¡por el amor de Dios! Esto esta muy mal, demasiado mal. No podemos hacer esto y yo no quiero. Salga y vuelva a su lugar de trabajo.- Me doy media vuelta esperando que la señorita Mariana se retire de mi despacho. Mientras se va, se queda un momento parada en la puerta, y voltea nuevamente hacía mi -¿por casualidad usted es gay señor?- pone una cara de fastidio y se marcha. ¿Gay? ¿yo? ha tocado mi orgullo, jamás permitiría que alguien me llame gay, antes de eso que lo compruebe. Deseo más que nunca que la hora de salida llegue. Me siento nuevamente en mi escritorio, pero antes cierro la puerta para que nadie me interrumpa y entonces vuelvo a meterme en mi mundo, donde quedo mirando por varios minutos un punto fijo y en mi mente vuelan un millón de pensamientos. Imagino la misma situación de recién pero haciéndola con Josefina, la chica esta que me esta comiendo la cabeza, pero a la vez me empiezo a preguntar que hubiera pasado si yo hubiese seguido la situación con la señorita Mariana, ¿qué tan placentero podría haber sido eso? ¿me deseará tanto como dice?. 
La hora de salida por fin llega, 17:00, al fin me voy de este sitio que ahora me tiene tan traumado, casi tengo sexo con mi secretaria en mi despacho, ¡que locura!. Mientras manejo de vuelta a casa reconsidero lo que me dijo la señora Lopez del psicólogo, no creo que sea una mala idea, más de una charla no va a ser y es más creo que necesito más que nunca un psicólogo después de todas estas cosas que están pasando sino voy a terminar enloqueciendo en serio. 
Llego a casa y me dirijo directamente hacía donde esta la señora Lopez, la saludo con un beso en su mejilla y antes que me diga algo le digo lo que estuve pensando mientras manejaba -Sabe una cosa señora, usted tiene razón, creo que voy a ver al psicólogo que usted dice, lo necesito- La señora Lopez se alegra al oírme decir eso -Joven, me alegra que le haya servido mi consejo- me dice sonriendo. -Muchas gracias, en serio, ahora si usted puede, consígame una visita con él cuanto antes- La señora Lopez asiente con la cabeza y toma el teléfono para llamarlo. Yo me voy a dar una ducha para despejarme mientras ella continua hablando. En el medio del refrescante baño, golpean mi puerta - Joven, ¿una cita dentro de media hora con el psicólogo le sirve?- Vaya, nunca creí que cuando le dije lo antes posible iba a ser dentro de media hora pero todo sirve. -Si señora, es perfecto, gracias.- Me visto rápidamente y salgo hacia el consultorio. Luego de un viaje de 15 minutos aproximadamente llego hasta su edificio, toco timbre y una voz me dice que suba. Llego a la puerta de la habitación y una mujer me esta esperando. -Usted debe ser Alejando Vera, venga, pase- aciento con la cabeza y entro en su habitación confundido,, yo pensaba que era un hombre no una mujer. -Soy Natali Brook, la psicóloga encantada de conocerlo. Tome asiento por allí- prosigue diciendo señalando un sillón negro de cuero enorme. -El placer es mio señorita- le digo con respeto. -Llámame Nati- me dice interrumpiendo, le sonrió para evitar que note mis nervios, me siento incomodo. - Y bien, cuéntame algo sobre ti- me dice intrigada -¿Qué es lo que te trae por aquí - continua. - Mire... le voy a hacer corto el cuento. Cuando tenia 18 perdí a toda mi familia en un accidente, se fueron al shopping y nunca mas volvieron. No tengo a nadie cercano a mi. Lo más cercano que tengo es la señora Lopez. Desde que eso pasó me propuse superarme a mi mismo, intentar ser lo que ellos siempre quisieron que fuera. Me juré no darle amor a nadie porque cuando los pierdes sentís un dolor que nadie, nadie lo puede consolar. Estudié, me recibí y ahora soy gerente de una de las empresas más importantes de la industria frigorífica del país. No puedo quejarme de mi situación económica  pero el dinero no me llena el vacío que llevo por dentro. Todo venia bien, llevaba mi vida tranquila como quien dice hasta que conocí una chica, Josefina. No sé como llamar a lo que tenemos, si es que tenemos algo pero me encanta, siento que me enamoré de ella y de esa forma fallé con mi juramento. La cosa es que creo que a ella no le importo tanto como ella me importa a mi, no sé- suspiro y continuo- y...para peor hoy en el trabajo la secretaria me insinuó, me dijo que ella quería estar conmigo, pero yo... yo no se que hacer, dígame algo- La psicóloga me escuchaba atentamente. - Sabes, lo que a ti te pasa es muy claro. Tenes miedo a que te fallen. Ya sufriste demasiado en tu pasado, sabes perfectamente lo que se siente lo que es perder a alguien y no perder en una relación sino perder para siempre. No queres volver a sentir ese dolor ni nada que se le parezca, es un lugar al que nunca quisieras volver, ahora te sentís fuerte pero a la misma vez estas muy indefenso- Trago saliva porque sé que me esta diciendo exactamente lo que me pasa -Josefina quizás te quiere, quizás solo te busque por la plata o estar por estar quien sabe pero solo lo vas a saber preguntándole y hablándolo con ella, ¿tu crees que te dolerá si te alejas de ella?- me pregunta de repente y es una pregunta que no me la esperaba, no sé que decir. -No lo sé, quizás si o quizás no...¿que hay de la secretaria?¿que debo hacer?- pregunto muy intrigado, ella se acomoda en su sillón y suelta -Eso depende de vos, ¿te ha gustado lo que hizo?- Mis ojos se iluminan - Me ha sorprendió demasiado, jamás imaginé una cosa así y menos de ella, parece una chica demostrativa- y en eso Natali me interrumpe -Cuando hay interés señor Vera cualquiera puede ser demostrativa- yo quedo en shock, no se que me quiere decir con eso así que intrigado le pregunto. -No entiendo a que se refiere con eso, ¿que me quiere decir?- Natali levanta una ceja -Señor Vera, creo que usted es un hombre que no ha tenido mucho contacto con mujeres, su juramento lo afecto bastante por lo que veo, no tiene ni idea de lo que somos capaces de hacer nosotras-. Cada vez entiendo menos a que se refiere, -Sigo sin entender- digo de repente totalmente anonadado -¿Usted también se mete en la misma bolsa?- Natali es una mujer de un cuerpo bastante bien formado, tiene pinta de tener al rededor de cuarenta y cuando digo eso se sonroja, se muerde el labio inferior y me extiende la mano -Ven, si usted me deja yo puedo mostrarle de todo lo que somos capaces de hacer nosotras las mujeres con un hombre como usted- Toma mi mano, se incorpora y se sienta al lado mio, lleva mi mano hacia sus senos - Siéntelos  me grita - Tócame a ver si sabes- Yo quedo totalmente en shock, son muchas cosas juntas que me suceden en un mismo día  siento ganas de salir corriendo ya mismo de este consultorio y a la vez tener la experiencia más buena que jamas eh tenido con una psicóloga  - Un momento- consigo decir rompiendo el momento incómodo que sentía, me levanto del sillón y agarro mi teléfono, comienzo a discar - ¿A quien llamas?- me pregunta sorprendida Natali - a Josefina- le contesto secante-mente - Ahora si me disculpa necesito silencio-. Suena el teléfono una, dos, tres, cuatro, veces, empiezo a pensar en cortar creyendo que no me va a contestar la llamada y en eso me contesta - Hola- respondo, tiene una voz un tanto acelerada - ¿Esta todo bien?- le pregunto -Si, ¿qué querés?- me responde ella - Interrumpo algo, ¿estas en algo importante que no puedas hablar?- prosigo diciéndole - No, solo estaba haciendo un poco de gimnasia y me estoy enfriando- me responde ella - Ah que bueno, solo me preguntaba...- y mientras terminaba de formular mi pregunta escucho una voz masculina de fondo diciendo algo como "ya amor vuelve a la cama que no eh terminado contigo", así que cambio el rumbo de la conversación - Eres una maldita zorra, ojala te mueras putita.- Grito en el teléfono y de la rabia unas lagrimas comienzan a salir de mi rostro. -No Ale no es lo que parece- intenta explicarme ella. -Ale las pelotas, para mi estas muerta- y corto el teléfono. La psicóloga me mira totalmente anonadada, duda en acercarse a mi porque no sabe cual puede ser mi reacción. Me deja unos minutos solo y luego me ofrece algo para beber. 
Vuelvo al sillón y ella vuelve al de ella. Estoy mas calmado así que ella comienza a hablarme lentamente - Hiciste lo que tenias que hacer- empieza diciendo -tenias que comprobar que era lo que ella sentía por vos y creo que quedo claro que estaban en diferentes sintonías, lo que para vos era la única, para ella eras uno mas, de este tipo de personas esta lleno el mundo, tienes que cuidarte y elegir bien a quien querer. Para querer a una persona lo fundamental es que te lo demuestren, de nada sirven las palabritas ¿entiendes?- Digo que si moviendo la cabeza y la miro fijamente. Me levanto del sillón y le agradezco por la "terapia" si se puede llamar así  tengo una decisión clara en mi cabeza. -Gracias por todo, fue de gran ayuda- le digo -debo irme- prosigo. -Me alegro que te haya servido de algo- me dice y cuando estoy pasando la puerta me interrumpe - ¿No te queda nada por hacer?- Volteo a mirarla y medio que con una sonrisa digo - No, hoy al menos no señora, usted es una mujer atractiva ya vendrá alguien que quiera atenderla pero yo no puedo, debo irme le repito- y salgo inmediatamente del consultorio, al despedirnos recuerdo que no le pagué -¿Cuanto le debo por la consulta?- pregunto antes de marcharme del todo -Con mi pregunta anterior me refería al pago, no a tener sexo con usted- me responde cordialmente y en ese momento tengo ganas de desaparecer. -Son 200- me dice, pago y ahora si me voy.  
Llego a casa, la señora Lopez me está esperando con la cena lista, dejo mi saco en el perchero y me dirijo a la cocina. Me siento a la mesa, -¿que tal te ha ido jovencito?- me dice con voz calma la señora Lopez. -Bien...dentro de todo me fue bien- digo en tono exasperado, doy un respiro -estoy devastado- continuo. La señora Lopez me abrazada de repente y yo me aferro a ella. Al final de todo es la única compañía que tengo. Le cuento lo sucedido con Josefina, escucharla que estaba con otro tipo me hizo sentir, como decirlo, ¿despreciado?, algo así. 
Comienza a darme un sermón y la escucho atentamente, -tienes que confiar en ti mismo, no hay manera de ser fuerte si no confías en ti. Todos hagamos lo que hagamos vamos a sufrir en algún momento, no hay opción sobre el sufrimiento, es algo universal, a todos nos toca pero, hay algo que si se puede elegir, podemos elegir por quien sufrir, quien nos provoque el sufrimiento, aunque eso es en lo último que pensamos, jamás pensamos en que la persona que nos fijamos nos vaya a hacer sufrir, hacer que nos sientamos mal. Tu has elegido a una chica, prometía ser una buena chica pero al final resultó ser toda una farsa. Te hizo daño. Pero no puedes quedarte allí. Hay más mujeres que querrán conocerte, tienes que confiar en tu instinto guiarte con el corazón, ahora estas dolido pero pronto conocerás tu verdadera compañía . Luego de escucharla atentamente no puedo evitar que se me caigan un par de lagrimones. Cenamos y cada uno va a su dormitorio.
Ya en mi cuarto, me recuesto en la cama y empiezo a dar vueltas,  es imposible conciliar el sueño, pienso muchas cosas, pero más que nada pienso en...Mariana, la idea me revuelve la mente, no puedo estar pensando en ella, eso esta mal. Finalmente me duermo y otra vez a las 06 am me vuelve a despertar el despertador. La misma rutina de siempre, ducha, desayuno y llegar al trabajo.
Camino por el corredor rumbo a mi despacho y veo a Mariana sentada en su escritorio, se la nota triste, su mirada no es la misma que la de ayer, la noto rara. -Buen día señor Vera- me dice ella de repente sin siquiera mirarme. -Bueno día Mariana, ¿hay noticias para mi? le contesto e ingreso a mi despacho. Ella se para e ingresa tras de mi. Me siento en mi silla de escritorio y ella se queda parada delante de mi escritorio -si tengo noticias señor, voy a renunciar, luego del papelón que eh hecho ayer no me queda otra cosa que hacer que irme, usted no tiene interés en mi, y cada segundo que paso aquí adentro me devasta,  me devasta el hecho de pensar en usted, usted me tensa todo el cuerpo, me pone nerviosa, no sé como puedo estar ahora mismo aquí diciendo esto.- Su noticia me deja boquiabierto no me lo esperaba para nada, me levanto sorprendido, rodeo el escritorio y otra vez estoy frente a ella, la sujeto de los hombros y la observo, no sé que decir, me llevo la mano a la boca y me pongo pensativo, miro el suelo. 
-No voy a dejarla ir señorita- consigo decir finalmente, ella sorprendida levanta la mirada, nos miramos -no quiero que te vayas, no sé que me pasó pero no eh dejado de pensar en ti, anoche casi ni dormí,  ha despertado un deseo en mi que jamas pensé que podría llegar a tenerlo. La deseo señorita, la deseo casi tanto como usted a mi, quien sabe, y en este momento la quiero a usted aquí conmigo- cierro la puerta y continuo -conmigo encima de mi escritorio...
Nos dejamos llevar por las ganas y fue la sensación más bonita que haya sentido en años, no es necesario describir lo que sucedió allí, solo basta con decir que le bese hasta su sombra y me ha gustado. Comenzamos a salir, el tiempo paso y aún seguimos mirándonos y teniéndonos las mismas ganas de siempre. 
Creo que finalmente encontré mi ansiada compañía sorpresa.

Fin